No hay silencio,
Ni muda agonia,
que no se pueda cortar
con el llanto de un perro,
perdido.
Entre siluetas del hambre que vuelan
sobre despojos dejados por otros,
ya henchidos.
De retorcidas bondades.
Adobadas en misericordia
a cuentagotas: limosnas y rifas,
...baldías.
Soledades que vagan
a través de Navidades tempranas.
Que ya no son tuyas,
ni tampoco ya mías.