Y en el azul del viejo cielo,
una línea en zigzag
de nubes que vagan.
Altas tan altas...
Como alas de un dios visible,
que se muestra a los escépticos.
Un rayo espera paciente
y con sus enormes ojos de fuego
contempla bondadoso
la tensa espera
del hierro dulce,
confiado en su fuerza.
Destino ya escrito.
Vencedores y vencidos.
¿Merece seguir la lucha?...
¿No es todo ilusión perversa?.
El pararrayos no responde.
Tan solo...
se afianza en la tierra.